30 mar 2015

Me caga ser Virgo

Rezan los libros de psicología que las personas que se obsesionan por la perfección suelen ser controladoras, cerebrales, desconfiadas, reservadas, emocionalmente contenidas, resistentes al cambio, o todo a la vez. Pero no siempre es así. También pueden ser desordenadas, caóticas y de una sensibilidad extrema.

Las personas obsesivas necesitan creer que para cada pregunta hay una respuesta clara y específica, y una solución directa. Tienen miedo a cometer errores, a tomar una decisión equivocada. En general, no tienen autorregulación en el trabajo y se esmeran en tratar de mantener todo bajo control. Tienen inclinación a preocuparse, a dudar y suelen decodificar las diferencias en términos conflictivos. Es un adicto a pensar, cuya mente aguda e hiperactiva lo lleva con frecuencia a hundirse en el pantano de la tristeza y la cavilación. No puede parar. Pero una de las peores cosas es que una personalidad obsesiva tiene muchas dificultades para disfrutar. Su implacable autocrítica neutraliza su capacidad de capitalizar y hasta de alegrarse por sus innegables logros. Siempre falta algo: nada es suficiente.

El perfeccionista posterga hacer lo que tiene que hacer porque busca que todas las cosas estén en su lugar, necesita mantener el control de todas las cosas. Normalmente, buscará hacer más de lo que puede hacer y es probable que desarrollen obsesiones. La perfección supone una sobre-exigencia y conforma -muchas veces- un sufrimiento, porque las expectativas que se impone son excesivas y muchas veces fuera de la realidad: se marcan metas tan elevadas que finalmente no pueden alcanzar.

Veamos sus rasgos:
  • Tienen excesivo autocontrol emocional.
  • Baja autoestima: buscan siempre la aprobación de los demás.
  • Piensan y dudan demasiado, dan demasiadas vueltas.
  • Siempre quieren tener la razón.
  • Las expectativas de ellos mismos y de los demás son poco realistas.
  • Tienen miedo a la desaprobación, el fracaso y a cometer errores.
  • Tienen muy alta sensibilidad a la crítica.
  • Presentan dificultades para tomar decisiones.
  • Suelen fijarse más en lo que falta que en lo que tienen.
  • Sufren por el estrés.
Malas noticias: los obsesivos están condenados al fracaso, porque a pesar de todos sus esfuerzos las emociones terminan por abrirse paso en su interior.

Afortunadamente, no existe una anestesia totalmente eficaz contra el sentimiento. Si te decides a trabajar para terminar con el control excesivo, no sólo serás más feliz, sino que mejorarás la calidad de todos tus vínculos interpersonales. Ser auténtica, humana, imperfecta, te hará más atractiva, relajada, agradable. Anímate a equivocarte y reírte de verte en una situación incómoda.

Una vida sin errores no sólo no es necesaria ni posible: tampoco es deseable. No hace falta saberlo todo o funcionar según normas estrictas para ser valorados y sentirnos amados. Asúmelo: estás haciendo las cosas más difíciles de lo que son. Y estás preso del "deber ser". ¿Qué lugar tiene el deseo en tu vida? ¿Por qué te resulta tan difícil aceptar que, simplemente, mucha gente te quiere? ¿Por qué te niegas a asumir que los errores no tienen por qué costar muy caro? ¿Por qué no resignar el control? ¿Pensaste que el exceso de razón te priva de disfrutar los encantos del mundo? Di BASTA. Basta de ser esclava de las normas. Basta de subordinarte a procedimientos estrictos. Basta de planificar hasta el último detalle. Basta de rutinas inflexibles. Relájate. Amar la vida es cuidar celosamente los escasos y exquisitos momentos de ocio. Córtala.

27 mar 2015

Viernes, 14 de Febrero

"Qué fácil callar, ser serena y objetiva con los seres que no me interesan verdaderamente, a cuyo amor o amistad no aspiro. Soy entonces calma, cautelosa, perfecta dueña de mí misma. Pero con los poquísimos seres que me interesan… Allí está la cuestión absurda: soy una convulsión. De allí proviene mi imposibilidad absoluta para sustentar mi amistad con alguien mediante una comunicación profunda y armoniosa. Tanto me doy, me fatigo, me arrastro y me desgasto que no veo que instante de liberarme de esa prisión tan querida. Y si no llega mi propio cansancio, llega el del otro, hastiado ya de tanta exaltación y presunta genialidad, y se va en busca de alguien que es como soy yo con la gente que no me interesa."

Alejandra Pizarnik. (Diarios)

20 mar 2015

Friday Night Toughts

Hace tiempo que no me explayo en este medio. Tuve una larga racha publicando los artículos traducidos de Coilhouse (¿algún día terminaré?).
Ahondo en entradas viejas y es curioso notar que mi visión ha permanecido inmutable al paso del tiempo. Dolor y alegría han ido y venido, más lo esencial permanece.
Sin embargo, esto no implica que sea beneficiosa... Simplemente es y está, como el verbo To be, con su dualidad polarizada.
Deseaba volver a tocar mis entrañas, destripar mis emociones, pero me encuentro frente a esta computadora, con el cerebro seco y alguien esperándome en una hora en el Iguana. Auto-engañándome y rehuyendo lo que ansío externar realmente.
Él.
Me hallo conociendo una faceta nueva de mí misma. No es que, como mencioné, haya modificado mi personalidad (lo cual no es lo mismo que madurar), si no que me veo en una situación en la que no había estado antes, y observo mis reacciones ante ella.
El trabajo que anhelé tanto tiempo, esta montaña rusa de emociones con el sexo opuesto, crisis familiares, todo en tan poco tiempo, no es una combinación conveniente para el confort.
Y continúo eludiendo, a media hora de irme, la cuestión que quiero tocar.
Él.
Me seduce la suma de sus cualidades y áreas de oportunidad.
Sus ojos de niño y su boca de hombre.
La hiperestesia de su visión y su pasión por las pequeñas inherencias.
(Es tan fácil conquistarme cuando se reúnen los factores indicados.)
Lo deseo a un costado, aferrado a mi abrazo. Odiar sus ronquidos y adorar sus anécdotas, todo saliendo de su boca.
Es sexo y no es sólo eso.
Ansío conocerlo, admirar la pintura en sus manos por minutos que sean años, ver el universo en sus ojos.
Quiero saberlo él.

Hacía tanto que no me jodían así...

Necrofilia


El acto del amor es lo más parecido a un asesinato.
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la
erección de otro yo.
Borrar o ser borrados, tando da, pero
en un instante, irse
dejarlo
una vez más
entre sus labios.

Leopoldo María Panero