Hace tiempo que no me explayo en este medio. Tuve una larga racha publicando los artículos traducidos de Coilhouse (¿algún día terminaré?).
Ahondo en entradas viejas y es curioso notar que mi visión ha permanecido inmutable al paso del tiempo. Dolor y alegría han ido y venido, más lo esencial permanece.
Sin embargo, esto no implica que sea beneficiosa... Simplemente es y está, como el verbo To be, con su dualidad polarizada.
Deseaba volver a tocar mis entrañas, destripar mis emociones, pero me encuentro frente a esta computadora, con el cerebro seco y alguien esperándome en una hora en el Iguana. Auto-engañándome y rehuyendo lo que ansío externar realmente.
Él.
Me hallo conociendo una faceta nueva de mí misma. No es que, como mencioné, haya modificado mi personalidad (lo cual no es lo mismo que madurar), si no que me veo en una situación en la que no había estado antes, y observo mis reacciones ante ella.
El trabajo que anhelé tanto tiempo, esta montaña rusa de emociones con el sexo opuesto, crisis familiares, todo en tan poco tiempo, no es una combinación conveniente para el confort.
Y continúo eludiendo, a media hora de irme, la cuestión que quiero tocar.
Él.
Me seduce la suma de sus cualidades y áreas de oportunidad.
Sus ojos de niño y su boca de hombre.
La hiperestesia de su visión y su pasión por las pequeñas inherencias.
(Es tan fácil conquistarme cuando se reúnen los factores indicados.)
Lo deseo a un costado, aferrado a mi abrazo. Odiar sus ronquidos y adorar sus anécdotas, todo saliendo de su boca.
Es sexo y no es sólo eso.
Ansío conocerlo, admirar la pintura en sus manos por minutos que sean años, ver el universo en sus ojos.
Quiero saberlo él.
Hacía tanto que no me jodían así...
Ahondo en entradas viejas y es curioso notar que mi visión ha permanecido inmutable al paso del tiempo. Dolor y alegría han ido y venido, más lo esencial permanece.
Sin embargo, esto no implica que sea beneficiosa... Simplemente es y está, como el verbo To be, con su dualidad polarizada.
Deseaba volver a tocar mis entrañas, destripar mis emociones, pero me encuentro frente a esta computadora, con el cerebro seco y alguien esperándome en una hora en el Iguana. Auto-engañándome y rehuyendo lo que ansío externar realmente.
Él.
Me hallo conociendo una faceta nueva de mí misma. No es que, como mencioné, haya modificado mi personalidad (lo cual no es lo mismo que madurar), si no que me veo en una situación en la que no había estado antes, y observo mis reacciones ante ella.
El trabajo que anhelé tanto tiempo, esta montaña rusa de emociones con el sexo opuesto, crisis familiares, todo en tan poco tiempo, no es una combinación conveniente para el confort.
Y continúo eludiendo, a media hora de irme, la cuestión que quiero tocar.
Él.
Me seduce la suma de sus cualidades y áreas de oportunidad.
Sus ojos de niño y su boca de hombre.
La hiperestesia de su visión y su pasión por las pequeñas inherencias.
(Es tan fácil conquistarme cuando se reúnen los factores indicados.)
Lo deseo a un costado, aferrado a mi abrazo. Odiar sus ronquidos y adorar sus anécdotas, todo saliendo de su boca.
Es sexo y no es sólo eso.
Ansío conocerlo, admirar la pintura en sus manos por minutos que sean años, ver el universo en sus ojos.
Quiero saberlo él.
Hacía tanto que no me jodían así...
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