
Amanecen tatuadas en mi cuerpo las palabras descorazonamiento y fatiga, y olvido la edad que tengo y olvido ciertos lugares donde pude haber nacido y un grito te rompe el tímpano mientras te olvido.
Eres lo que tienes escrito en el cuerpo, aparentemente se trata de no aventurarse en el lamento, se trata de ocultarse en alguna estúpida metáfora y hacer menor el dolor de la espera.
Si quizá pudiera abrir los parietales y abandonarte al encuentro de los reclamos... Pero se hace ineludible el terror a perder algo más que un par de monedas o un caramelo.
Entonces, como plaga eterna, vuelves con cada silencio, con cada soledad, cargado con todas esas preguntas de soliloquio y ese libreto mal escrito.
Me gustaría ser un mimo, casi al borde de la inexpresión, armar un cubito de vidrio alrededor mio y encerrarme por un par de eternidades.
Siempre termino haciendo el mismo monólogo ridículo con la pared o con el techo... Siempre.
Me hace falta un golpe de suerte. uno tan devastador que me deje botado en la acera mientras suenan las bocinas y la gente corre alborotada.
Años ya de cuando te hurté estos textos... Nunca te expresé mi admiración, ni siquiera te ofrecí palabra de aliento alguna cuando te notaba camino al abismo... y siendo franca, ni siquiera recuerdo tu nombre... Donde sea que te encuentres, espero la vida sea benévola para contigo hasta que se presente ese golpe de suerte.
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