Decía el ama al niño medroso. "Niño mío, no tengas miedo; ya comprenderás un día que las verdaderas ALMAS EN PENA no son las de los muertos, sino las de los vivos".
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Muchos de nuestros temores "infundados" no son más que recuerdos de males que sufrimos en edades pretéritas, y que palpitan en los recodos del inconsciente.
Las mujeres no pueden comprender jamás que un hombre que les ha dicho cien veces TE ADORO, las deje después fríamente para siempre, y acusan al sexo de móvil, de veleidoso, de ingrato, etc., etc.
El hombre, sin embargo -con excepción, naturalmente, de los odiosos Don Juanes-, ha sido siempre sincero en amor; sólo que no supo dar un nombre a lo que sentía, y de allí todo el equívoco.
Cuando un amante dice TE ADORO, quiere decir, simplemente, TE DESEO, y esta palabra TE DESEO tiene forzosamente que designar algo efímero.
Sólo el cariño permanece inmutable y radioso, como esas cristalizaciones que se encuentran en las hornazas después de los grandes incendios.
Amado Nervo. Plenitud, 1966.
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